La primera vez que oí hablar de Universitario II sólo era una idea en ciernes. Estaba en el campo de baloncesto del colegio, estirando después de un entrenamiento en el que además habíamos sorteado quién se llevaría el trofeo del torneo triangular de Valdezarza que acabábamos de ganar el fin de semana anterior. Era ya el último torneo de la temporada y, para terminar el curso de baloncesto, jugamos una pachanga en el último entrenamiento. Era la primavera de 1998 y yo estaba en 2º de B.U.P.
Sentados en el suelo, hablábamos de lo que haríamos después. Sobre todo el resto del equipo, la mayoría en COU y listos para pasar a la carrera universitaria. Sus elecciones, la inminente Selectividad... y sobre todo, la continuidad en el baloncesto.
Nuestro entrenador entonces hablaba de un proyecto que tenía en mente desde hacía tiempo: unir un equipo que cogiera el testigo iniciado hacía ya bastantes años; en el que su padre y unos amigos eran un equipo que jugaba todos los domingos al baloncesto, entrenaban todas las semanas y quedaban a tomar cervezas casi tantas veces como jugaban al baloncesto. Un Equipo total. Y para ello quería hacerlo con los hijos de aquellos jugadores del original Universitario. Como, sin embargo, eso no siempre era posible (algunos llevaban sin hacer deporte mucho tiempo, otros no jugaban al baloncesto desde cadetes,...) y como el baloncesto había unido a buenos amigos durante la etapa colegial, la idea perfecta era hacer un Universitario II desde las bases de la amistad y la tradición; juntando amigos de uno y otro lado en un proyecto común: El Baloncesto.
Esa idea se materializó meses después. Tras numerosas llamdas, risas y recuerdos, se desempolvaron zapatillas cansadas de esperar en el rincón y bajo la dirección de un Universitario del equipo original, Rafa, comenzó la primera temporada de Universitario II en el otoño de 1998.
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