martes, 11 de diciembre de 2007

Fábula de la enfermera, el vendaje, la pierna, el médico y la fisioterapeuta


Tiempo ha, desde que la triada feroz asomó por estos lares. La triada estaba esperando en el bosque de las resonancias para aparecer con fuerza detrás de un arbusto para gritar: "¡¡¡Susto!!!".

La historia continúa en el hospital de la Beata, cuando soy citado al arbusto, conocido como Resonancia Magnética. Allí, esperando con su bata blanca, estaba ella, rubia, alta, sonrisa profidén. El pelo caía lacio por los hombros y sus profundos ojos invitaban a soñar que quizás me invitaría a robarle la cestita a Caperucita y merendar en el bosque. Primero me llevó a un cuarto pequeño, apenas medio metro cuadrado, donde sin miramientos, me dijo: "Desnúdate y vente detrás del arbusto (Ya he explicado que es el arbusto, ver supra)". Cierto que dijo eso, pero también me dijo, ponte esta bata y estas fundas para los pies" El mojo se fue a tomar por culo. Por cierto, cuando digo que es alta, rubia y delgada (que lo era), era más bien como un palo sin tetas y no muy agraciada de cara. Y como castigo por escribir esto, me metió en el aparato durante media hora hasta que la pierna ya no sentía ni padecía.

Varios días después de irme detrás del arbusto para jugar a los médicos llegó el test de embarazo y una demanda para pagar la pensión al futuro churumbel. Perdón, ese es otro cuento. Varios días después llegó el resultado de la RM y dio positivo en Ligamento Cruzado Anterior, pero negativo en Menisco y Ligamento Cruzado Posterior. Un aplauso al médico de urgencias que, con visión casi de Nostradamus, dijo que tenía casi probablemente el menisco roto y el ligamento intacto. Una pena.

Así que valiente yo y, con los resultados bajo el brazo, me fui a un tercer médico, éste especializado en rodilla (por fin). El problema surgió en el ínterin. Había un puente por medio y como buen español, el médico se marchó, con lo que, desde que me vio el segundo traumatólogo (ver "¿Quién teme la triada feroz?"), tenía puesto un vendaje al que además de la venda normal le habían añadido un poco de tensoplast, con la consigna añadida de no poder quitármelo hasta que volviera a la consulta. Y allí estaba yo, tumbado en la camilla esperando a que me quitaran la venda, que tras más de dos semanas había adquirido vida propia, y esperando mi depilación de-fi-ni-ti-va. Menos mal. Menos mal que la enfermera que me quitó la venda estaba de toma pan y moja. Esta sí. Dios no me había abandonado del todo. Espectacular. Vaya todo tenía, por delante, por detrás, vaya tipo, vaya simpatía... Ahora no podía achicarme. "Esto te va a doler un poco, pero no culpes a quien lo quita sino a quien lo puso" y yo pensando mientras una cantidad de barbaridades, pero respondí con un "Adelante, sin miedo" (Claro, marica el último).

En fin, que tras aguantar los tirones, vino el médico, miró la RM, tocó un poco, me dijo no sé qué palabrotas de que tengo además una contusión en el cóndilo y que por eso no puedo mover la pierna del todo: recomendó un poco de fisioterapia para coger el movimiento completo de la pierna (estirar y encoger del todo) y hoy a venido la fisioterapeuta. De esta no hay comentarios porque es amiga de la familia. Y ya ando tres veces mejor. Para enero espero ser una persona de una pieza y poder hacer más cosas.

Eso sí, prohibido correr incluso para coger el autobús. Y las muletas, un mes más para ayudar a la pierna mala. Esto es interminable.

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